Guten. El venenoso «regalo» de Sigma Alimentos y DuPont para México

Es domingo y los autoservicios en muchos lugares de México se llenan de compradores. El supermercado que está sobre la avenida Acoxpa del Distrito Federal, no es la excepción. Ahí, una promotora de la marca Guten, trata de convencer a un grupo de personas de llevarse a casa los productos en sus distintas presentaciones. Con un buen número de compradores logra su objetivo y algunos otros dudan por el precio, por la presentación o por la «falta de creatividad» que cuestiona la promotora, en sus palabras: «sólo es cuestión de ponerle lo que más le guste y se crea un nuevo platillo», dice además, que es un producto popular entre estudiantes y deportistas porque tiene proteína y que como es consumido por vegetarianos, es garantía de ser saludable. No obstante, espero que otros como yo, se hayan preguntado ¿de dónde sale esa «carne»?

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Con esta pregunta volví a casa lista para hacer una revisión exhaustiva sobre lo que es realmente el Guten. Guten es la marca con la que se conoce un tipo de «carne adicionada con proteína de soya» (como textualmente se lee en su empaque) y que es propiedad de Sigma Alimentos, tiene la siguiente información nutrimental: proteína de soya, gluten y fécula de trigo, sodio, saborizantes, colorantes y conservadores. Ahora, desentrañemos cada uno de estos ingredientes: La proteína de soya se agrega con la finalidad de disminuir costos de producción, además, la soya cuando es procesada causa mala absorción de hierro, zinc y yodo. El gluten y la fécula de maíz sirven para que el producto luzca «jugoso», esta mezcla de ingredientes causa retención de agua en el producto, de esta manera abaratan aún más los costos al rellenar los empaques. Contiene también 695 mg de sodio por cada 90 gr de producto, la Organización Mundial de la Salud recomienda no exceder los 2300 mg al día. En cuanto a colorantes, saborizantes y conservadores, el colorante caramelo y los nitritos que se usan en el Guten se relacionan con el desarrollo de cáncer. Sin embargo, hay aún un elemento de mayor atención. Este producto «alternativo», contiene solecina.

La solecina es un químico diseñado entre 2004 y 2007 por DuPont que contiene proteína de soya, gluten de trigo y color caramelo dos. Du Pont considera a la solecina como una éxito en innovación y de oferta en los supermercado, es para la empresa «nutrición económica de alto valor».

La intención principal de Du Pont ha sido incrementar sus ventas en Latinoamérica creando nuevas estrategias y abriéndose camino en el sector de alimentos como una manera de apoyar a la solución de problemas sociales de la región: nutrición, hambre, etc.  Solucionar estos problemas sociales le ha llevado una inversión de 25 millones de dólares entre 2003 y 2011 generando el 10% de sus ingresos totales a nivel mundial. Martín González Iakl  – gerente general de DuPont Chile – en el Seminario Innovación para Crecimiento y Sustentabilidad que se llevó acabo el 3 Noviembre 2009 informó en su presentación que la marca Guten, se desarrolló originalmente para «solucionar las necesidades del segmento socio-económico D en México». Fue así que la compañía Sigma Alimentos y DuPont, firmaron una asociación bajo la marca Guten.

DuPont comenzó con una investigación profunda entre la población de bajos ingresos de México (nivel D) para evaluar la forma en que mejor podría satisfacer sus necesidades alimenticias. La compañía encontró que las familias de este grupo socioeconómico querían consumir más carne de res, pero pocas veces podían permitírselo. «Poner la carne de res en la mesa es prueba de que puede hacerse cargo de la familia», dice Eduardo Wanick, Líder Global de la Iniciativa para el Crecimiento de Mercados Emergentes de DuPont. En respuesta, DuPont creó la SoleCina, «es más nutritivo que la carne de vacuno, tiene menos grasa y es un 30% a un 40% más barato que la carne de vaca de segundo grado en México», dice Wanick.

DuPont asegura que:

 «Hoy, los consumidores mexicanos de todas las edades y niveles de ingresos, están disfrutando de sus platillos tradicionales favoritos hechos más saludablemente y a menor costo».

¿A costa de qué?

Fuentes de consulta: http://www2.dupont.com/Sustainability/en_US/assets/downloads/2007_SG_award_brochure.pdf http://www.marketwired.com/press-release/auf-der-suche-nach-einem-besseren-hamburger-geben-lebensmittelexperten-einen-durchbruch-nyse-bg-697532.htm http://www.ey.com/GL/en/Issues/Business-environment/The-new-global-reality—Thriving-in-a-globalized-world—Foreign-firms-re-engage

Sobre las identificaciones de puta, cabrona, santurrona y machorra

Últimamente he estado analizando aquellas complejas maneras de llamar a una mujer: puta, santurrona, monja, tibia, tortillera, machorra, volteada, zorra, perra, cabrona… ¿Hasta qué punto nos sentimos ofendidas las mujeres con cualquiera de los adjetivos anteriores? Y no es que quiera hacer un comparativo entre el cómo llaman a las mujeres (incluso las mismas mujeres) y como llaman a los hombres, esto es más una cuestión de identidad y de cómo una se apropia de estas palabras.

Hay que revisar nuestro contexto, para que una mujer se sienta insultada cuando le llaman puta (por ejemplo) debe pasar un proceso de identificación en cuestión de segundos: ¿qué es ser puta para ella?, ¿cómo visualiza el término?, porque la palabra tal cual no dice nada, está respaldada por cuestiones individuales que han construido un entorno de interpretación: si mi mamá me ha educado para entender que puta es un insulto y no sólo una palabra sin valor que la gente usa para tratar de inferiorizar lo que internamente desea…

Esto me lleva a otro elemento, ¿será que la gente que usa este tipo de palabras para tratar de herir a otra persona lo que realmente busca es sentir un poco de propiedad o el querer llenar un vacío? Si, un vacío, un vacío que nos han enseñado a llenar cuando aprendemos que existe el bueno y el malo y que nosotros siempre tenemos que ser buenos, por lo que estos términos nos ayudan a identificar el malo… Aunque esto signifique que nosotros mismos somos un conjunto de muchos buenos y muchos malos.

Quizá sólo el valor de estas palabras lo determinamos nosotros, o concretamente, nosotras. Quizá si algún día sólo escucháramos cuando nos tratan de agredir con estos términos y miráramos a los ojos al emisor, quizá, sólo quizá, veríamos que a quien realmente trata de identificar, es a él mismo.

El síndrome de Blanca Nieves

Crecí en un pequeño pueblo de México, lleno de árboles, agua y con un cielo azul que seguramente envidiaría la contaminada Ciudad de México. Recuerdo que las frutas eran dulces y que en cada esquina del centro de mi pueblo se reunían personas al rededor de un carrito de fruta y verdura que era preparada con sal, limón y chile «piquin» o salsa. En mi memoria queda también que los sábados por la mañana mi mamá me pedía que fuera por leche a unos cuantos metros de mi casa donde una señora la vendía durante la mañana, por supuesto, una vez que su hijo iba a ordeñar las vacas. Agradecida estoy que hubiera podido vivir esto, aunque fuera un corto tiempo.

Hoy, la leche, las frutas y verduras se compran en Waltmart. Bajo esta condición, fue que entre mis recuerdos infantiles y añoranza, un día me harté de hacer ricos a unos cuantos y de contribuir a romper el ciclo económico local – aunque yo como individuo no signifique una gran diferencia en los números exorbitantes que generan a diario este tipo de cadenas – y decidí sustituir el autoservicio por el mercado local, cual va siendo mi sorpresa al ver exactamente las mismas «marcas» de frutas que veía en Waltmart.

La marca que más llamó mi atención fue la de las manzanas…

Recuerdo que las manzanas de mi infancia eran de tamaño normal, no eran perfectas, tenían algún lado un poco más prominente que otro, su color rojo o amarillo no era uniforme… Era cómo si las manzanas no se decidieran por su rol en la vida y quisieran ser todo y nada a la vez. Pero eran deliciosas, jugosas y crujientes. Las manzanas que vi en el mercado y en las tiendas de autoservicio tienen marca: «Washington», por supuesto son de importación y son tan perfectas, tan rojas o amarillas, tan esclavas de la alteración genética y tan prostituidas de un sistema neoliberal que decidió hacer manzanas anti defectos, grandes y crujientes, como la mercadotecnia hace con las personas. Estas manzanas alteradas como son alterados los hombres, domesticándolos, enseñándoles que tienen un rol principal en el mundo que es consumir, sin fondo y sin límite, ganar dinero y gastarlo en factores de éxito (previamente establecidos por supuesto) es lo principal, sin importar bajo qué características y condiciones se apropien de nuestra naturaleza humana, nuestra naturaleza ecológica… De nuestras manzanas.

Pero, ¿quién quisiera comprar ahora manzanas «defectuosas», sin decisión ni para definir su color exacto, tan pequeñas pero tan sustanciosas y dulces?…. Nadie, porque podemos tener una manzana perfecta, grande, definida, hermosa… ¡A nadie le importa lo pequeño! Porque es insignificante. Una manzana no natural, una manzana construida a base de concepciones y creencias de que lo que vende es lo perfecto. Como los humanos inmersos en este sistema creado a base de las preferencias de unos cuantos y que nosotros hemos internalizado, hemos hecho nuestro y navegamos en el sin cuestionar, sin preguntar, hipnotizados por la nueva tecnología en adquirir, por el cuerpo perfecto, por la ropa perfecta. También nosotros, como las manzanas, somos alterados físicamente para encajar en un mundo donde si no eres perfecto (perfecto para embonar en las piezas del sistema por supuesto), no tienes lugar.

Como a Blanca Nieves, el morder la manzana nos lleva a un desmayo hasta que el beso del amor verdadero nos obligue a despertar. El morder una manzana alterada genéticamente no sólo representa un veneno (en cierto punto) en términos médicos y biológicos al consumir algo no natural, como los transgénicos por ejemplo, sino que merma nuestra capacidad de decisión al simplemente sustituir las manzanas imperfectas por las perfectas, asesinando a los manzanos, a los agricultores, a la economía de un pueblo, de la ciudad, de México en general. Tenemos la costumbre de pensar que son elementos que no nos afectan directamente, hay que detenernos un poco a reflexionar al respecto, ¿cuántas localidades mexicanas tienen economías sanas?, la reflexión solo pide una pausa pequeña para saber qué preferimos y para darnos cuenta que estamos dando la espalda a la Tierra, a la naturaleza y a nuestra propia naturaleza humana,

El beso del amor verdadero, que con paciencia permite despertar a Blanca Nieves, no es más si no un impulso de querer modificar hábitos, de ser conscientes que estamos regalando no sólo nuestra economía sino, relegando nuestra autonomía de producir nuestros propios alimentos para pasar a ser dependientes de un producto perfecto porque es importado y que esta preferencia nos lleva a comprender de manera inconsciente (a veces consciente) que lo hecho en México no sirve porque no es «perfecto».

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Presión social… Te odio

Tengo 27 años y contando. Orgullosos 27 años exitosamente bien vividos y orgullosa de mis logros, muy a pesar de lo que digan los demás. Nunca creí que sería víctima de la presión social, o mejor dicho, no la reconocía. Ahora me doy cuenta que no sólo he sido yo víctima de ella sino que también he sido victimaria, así es, también he presionado a mujeres, hombres, niños, adolescentes y demás especies de mi entorno a encajar en un estereotipo… A todos ellos, ofrezco mi más sincera disculpa.

Recuerdo que desde que era niña escuchaba comentarios de mis familiares sobre si estaba pasada de peso, si me veía bien o mal con algún vestido, si mi cabello era mejor recogerlo  con un enorme moño o si mi comportamiento tenía que ser como el de una niña: tranquila, tierna y dulce. Yo quería llevar siempre el cabello largo y suelto, usar pantalones, echarme a trepar a los árboles y patinar. Jugaba a imaginar que vivía en una gran casa colonial con mi familia y que escribía libros. Así pasé de cuento tras cuento que mi hermana mayor al descubrirlos y leer hizo tal burla de mi que mi musa de la escritura se  sintió tan deprimida que dejó de visitarme. Calló mi impulso creativo.

En la escuela no era muy diferente todo, desde el uniforme que todos los niños deben llevar (ahora me pregunto si ese uniforme no tiene que ver con la domesticación masiva de seres humanos cuando somos niños y adolescentes), el mismo método educativo de leer, resumir, dictar, memorizar. Pensar diferente hace daño, ¿quieres ser un señalado?. Empecé a amar los viernes desde la educación básica y no precisamente por el fin de semana, era el día que podía disfrutar mis clases favoritas: español, música y artes. Era increíble participar en el coro, tocar la flauta, hacer manualidades, me sentía en mi elemento hasta que empecé a idear mi propio método educativo, leíamos una lección de ciencias naturales y yo la dibujaba en mi cuaderno en lugar de escribir el dictado, tantos colores, tantas formas… Hasta que un día mi maestra lo descubrió, no tardó mucho ya que no era muy discreta, realmente no me parecía que hacía mal, y mis momentos de artista terminaron con un fuerte regaño y una llamada de la Directora a mi mamá, quien me dijo «Por eso no tienes buenas calificaciones». Y luego llegó la menstruación, tabú, sucio, no dejes que nadie sepa que estas en tu periodo y menos si te has manchado, huele mal, es asqueroso, duele el vientre. Pobre, dejó de ser niña y ahora sufre como una mujer.

Durante la adolescencia me empeciné y di un ultimátum a mi papá para entrar a cursos de pintura, mi máximo, decidí que mi escritura la guardaría para mí y retomé mi pasión. Pero a pesar de haber conseguido algo que amaba realmente llegaron nuevas presiones. Que si no tiene novio la señorita pues ¡cómo va a ser! si tiene belleza peculiar, que cuando al fin tuvo novio, no se vaya a embarazar a los 16, no la dejes sola con el muchacho, no la dejes salir después de las 9 de la noche porque es mujercita y la niña tiene que ir pensando también qué va a estudiar, no se puede casar a los 16, es una niña. Por cierto, no comas más pastel porque estás gorda, haz ejercicio para poder entrar en un bikini, creciste rápido y tienes estrías mejor olvida lo del bikini, tu cabello no es tan hermoso como el de la modelo, como el de tu prima, como el de tu hermana, no tienes cintura, no eres tan alta. Tanta cantaleta escucha una chica adolescente que una de dos, o se lo cree todo o se rebela, pero yo, me lo creí. Ser aceptada por la sociedad es lo único que te puede salvar la preparatoria y la vida, así me programaron.

Dejé mi sueño de estudiar letras, nuevamente, me convencieron de que moriría de hambre y tomé una carrera que si bien no me arrepiento porque también me gustaba, fue como si hubiera dejado colgado un sombrero en el perchero mientras decidía salir desnuda. No sólo era eso, ¡no!. Mi cuerpo era fofo, gordo, cabello de estropajo, dedos de elefante, tenía que depilarme, quitar todo el vello, porque ¡qué asco! eso no le gusta a los hombres, debes oler siempre rico, compra un perfume, oculta el hermoso aroma de tu piel y opta por una fragancia química, es mejor, no te arrepentirás. Cuida siempre que no salga un sólo gordito o rollito al usar ropa, maquíllate, compra ropa mona y a la moda. ¿Terminaste tu universidad? ¡A trabajar!

Hay un cóctel muy peligroso en nuestros días y es: facebook, «amigos», expectativas ajenas. Al salir de la universidad debes buscar un trabajo en una empresa fashion, nice, que te de estatus, para que entonces puedas  conseguir tus elementos de éxito como un carro, un departamento y un matrimonio, son satisfactores imprescindibles para que los demás vean que estás teniendo éxito, pequeña cuasi looser, lejos de que alguno de ellos sea una necesidad o un deseo sincero, son satisfactores de éxito. Dejar tus días completos en la empresa es imprescindible, ¿no te sientes plena? ¡A quién le importa! ¿Qué quieres que piensen los demás? – Publícalo en facebook. Uh! La nena ya tiene novio, ¿cómo es él?, ¿En qué trabaja?, ¿Cuántos años tiene?, ¿Cuánto gana?, ¿Tiene coche, casa?, ¿Es soltero o divorciado?. Cuando cumplíamos casi tres años juntos entonces llegaron las tan singulares frases: ¿La boda cuándo es?, ¿Van a tener hijos?, ¿Por qué no se van a vivir juntos?. Y los amigos que ya tienen hijos o están casados buscan tu envidia.

¡¡¡¡BASTA, NADA DE ESO ES MI FELICIDAD!!!!

1. No voy a permanecer en una oficina por el resto de mi vida preguntándome dónde he dejado mi tiempo y mi juventud, incluso mis ganas.

2. Mi maestría es mi hija, la cuido, absorbe mi tiempo, es mi sentido de vivir por ahora.  Tendré hijos algún día pero será en su momento, cuando yo lo decida, cuando esté lista, no cuando la sociedad me diga que ya es mi momento.

3. Seguiré escribiendo porque es mi pasión, sin importar los comentarios ni los juicios. Puliré mi técnica, aprenderé de los grandes, haré todo de mi para ser humilde y poder tomar las oportunidades y los aprendizajes. Pero no me regiré por tu mala leche.

4. Me casaré cuando mi pareja y yo lo decidamos, si es que eso en un futuro me da felicidad, será en el momento perfecto, con el amor echando raíces, con la decisión de caminar libres, cada uno en su camino pero de la mano.

5. Me vestiré, me depilaré, me maquillaré si quiero, si me hace sentir bien, pero lo haré para mi y no para buscar tu aprobación.

6. Amo mi menstruación porque es mi luna, ciclo hermoso de creación y meditación. Amo mi poder femenino y tus miedos no harán que deje mis ceremonias femeninas, que me una a mis hermanas, que pelee siempre porque las mujeres debemos ser red de magia y no de destrucción para con nosotras mismas.

Yo soy yo, así me amo. Mujer creadora, mujer dadora de vida, de ideas, de proyectos. Llena de emociones plenas, de risas. Disfrutando de mi menstruación, colmando a mi Madre Tierra de agradecimiento y conectándome con ella. No, sociedad, no volveré a tu trampa. Yo soy yo, mujer amante, mujer de letras, mujer que decide, mujer de óleo llena colores. Que medita, que escribe poesía, cuentos, narrativa, que hace investigación política internacional porque eso también le llena, que ama el conocimiento y decidió estudiar una maestría antes de experimentar la hermosa maternidad, antes de decidir un matrimonio o una unión libre, mujer que ama a su pareja tan profundamente que ha encontrado la libertad y la intensidad en ese amor.

Esta soy yo. Me amo y me honro.

Quitémonos los lastres del estereotipo, busquemos nuestra propia felicidad, resguardemos la sabiduría.

A todas mis hermanas mujeres para que amen ser ellas mismas.

Tza Bek

México 2013

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